18/5/13

Ella, La que Ha de Ser Obedecida

Ella, una gran novela de aventuras y metafísica, de H. Rider Haggard, fundador del género llamado, después, Mundos Perdidos.

«Me tendí y contemplé las estrellas salir por miles, hasta que todo el inmenso arco del cielo estuvo sembrado de puntos rutilantes, ¡y cada punto era un mundo! Una vista gloriosa a través de la cual bien podría el hombre medir su propia insignificancia. Pronto dejé de pensar en ello, porque la mente desfallece fácilmente cuando se esfuerza en contender con lo Infinito y seguir las huellas del Todopoderoso en su andar de esfera en esfera, o deducir Su propósito a partir de Sus obras. Tales cosas no son para ser conocidas por nosotros. El conocimiento es para los fuertes, y nosotros somos débiles. Demasiada sabiduría podría quizás cegar nuestra visión imperfecta, y demasiada fuerza, embriagarnos y sobrecargar nuestra frágil razón, hasta hacerla caer y ahogarnos en las profundidades de nuestra vanidad.»

«Porque, ¿cuál es el primer resultado del aumento del conocimiento en el hombre, obtenido del libro de la Naturaleza a través del persistente esfuerzo en su observación miope? ¿No es acaso, en demasiadas ocasiones, el de hacerle dudar de la existencia de su Hacedor, y de la existencia de algún propósito inteligente más allá del suyo propio? La verdad nos está velada porque no podemos levantar los ojos a su gloria, más que podemos levantarlos al sol. Nos destruiría.» (Comparar con lo que se dice en ese mismo sentido en la Consolación de la Filosofía).

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